miércoles, 10 de agosto de 2016

PAMELA TIGHE/ UNA TARDE EN LA CIUDAD ENMARCADA


Una tarde en la ciudad enmarcada:
Lo permitido y lo prohibido
al compás de las luces del semáforo,
al compás de sonidos que estampan el paso de un tiempo que duele
bocinas, frenazos, empujones
algunos vociferan a garabato limpio,
pero la mayoría circula silencioso
cabizbajo y anclado al pavimento.

Parece un desorden,
una simple turbulencia de la entraña social
pero es cruel,
porque el camino está trazado,
los pasos marcados sobre la pista de baile,
Y no hay tiempo de revoluciones.
Aglomerados en una inmensa soledad
se transita
mientras el sol cae sobre el pavimento
y una paloma devora hambrienta
los granos de mote que alguien tiró
sobre la vereda sucia.

Hay perros husmeando los basureros
y hay hombres como perros,
husmeando los basureros,
aparece una mujer de caminar errático, quizás borracha,
Y un bruto lascivo que bloquea el camino de algunos transeúntes
mientras el sol espesa más el humo que sale de las micros,
y los árboles parecen muertos entre tanto cemento,
entre tanta gente endurecida
Avanzan y frenan,
el tiempo se les escapa
aunque corran para llegar más rápido
a esperar por horas
dentro del metro o una micro
Y el viento es cruel porque se escapa
Hacia lo alto
Y hacia lo alto

Ya nadie mira.
 

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