jueves, 23 de mayo de 2013

RODRIGO OLAVARRIA/ DESCUENTOS


Una vez dije: “Tengo dos vidas para curarme de esta”.
Antes tuve una vida para ver el monte Fuji
desde todos los ángulos posibles, incluso desde el mar.
Tuve una vida para escribir la vida de un príncipe
que terminó viviendo la vida de un monstruo.
Tuve una vida para sentarme en una playa
y escribir el poema que las olas me dictaban
al frotar sus lomos y abandonarse sobre la arena.
Tuve una vida para discutir con profetas y los arcángeles.
Tuve una vida para despedirme de Stevenson
aunque fuera ante su tumba.
Tuve una vida para ser condenado a muerte,
huir, vivir como cortesano y desaparecer.
Tuve una vida para pensar en las ancas de los caballos
con más amor que cualquier jinete.
Quedan dos vidas para curarme.

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