domingo, 31 de marzo de 2013

ANA LEYTON/ IMÁGENES



Como un balín,
atravesándome el cerebro,
por todas las rendijas,
el odio ya no tiene escapatoria.

Mis manos entumecidas,
igual que la de todos,
esperando que venga lo imposible
...quien sabe desde donde...

Al borde la locura, esperándome,
con todas las puertas abiertas,
como un poema, que quedó
enredado entre las rejas
y quien sabe a quién iba dirigido...

En acción de ruptura,
rayando las murallas con tu nombre,
arrancándole a las calles,
algo más que las pisadas.

(Y como me dijo un día
un “poeta maldito”,
“quedarme mirando un tren que ya se fue”
desde abajo,
en el andén de todos los que quedaron abajo;
y es por eso que tus manos,
ya no vendrán a abrigarme las noches.

Mi carnet de identidad
sobre la almohada,
con indicadores y fechas
en mi memoria de luto.

Tiempo de viudas negras, dijo Susana,
de viudas pecadoras, digo yo,
cuando la veo partir tras de su suerte.

El paisaje magnético
de un pintor callejero,
y yo ahí, metida
en medio de sus árboles,
sin saber como arrancarme.

La ruleta rusa: “sin-cuenta”,
balines sin dirección...

Los malos espíritus rondándome
la pieza, las calles y mi mente.
Mientras Silvio me acompaña desde el tocacintas
recordándome que
“quedamos los que puedan sonreír en medio de la muerte en plena luz”
“en plena luz, en plena luz”

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