lunes, 17 de junio de 2013

IVÀN CORTEZ/ LA MUDANZA DEL POBRE


Lo màs triste en el inventario de la mudanza del pobre
no son los muebles viejos, ni el espejo trizado,
ni los pocos utensillos, ni los muchos perros
ni siquiera las escasas esperanzas:
el escrutinio de la via pùblica
Adivinar el reproche, la compasiòn y la
indiferencia de los transeùntes
como un castigo accesorio de la ciudad.
Como si la carga fuese testimonio suficiente
y la pobreza una grave evidencia de ocio y desidia.
Pocos piensan que puede ser el camino a la liberaciòn,
que la pareja va rumbo a su tierra prometida
o que hay una bella historia anònima de
renuncias y de orgullos. Nadie imagina que
puede ser el rescate de un naufragio.
Ni un saludo, ni un gesto de simpatia en el trayecto,
no vaya a pensar la ciudad que son nuestros parientes.
Como si fuera un estigma la mudanza,
como si la historia del mundo no fuera una
constante mudanza,
como si en nuestro propio origen no
hubiese tambièn una mudanza.
Pero lo màs triste no es tampoco esa conducta
de negar cien veces al hermano:
la verdadera tristeza
son los ojos de aquel niño que va cuidando
la mudanza.

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