en esa línea que dibuja el tiempo
con sus silencios.
Cierro los párpados
como si la muerte nos arrastrara
con la furia de sus besos
hacia el mismo abismo
y luego nos abandonara desnudos
llevándose el clamor de los latidos,
en un hilo de seda sosteniendo nuestros labios.
Entonces me quedo recostada junto a tu cuerpo
navegando en la soledad de tus ojos,
mientras la desnudez de la luna
va derramando su piel
en la inmensidad del universo.
Y en ese momento, sin que lo adviertas,
cruzo a oscuras la tarde
buscándote en esa misma línea de tiempo
zozobrando oculta en tus rodillas,
y simplemente, me instalo , sin hablar,
en cada uno de tus sueños,
acariciando el lugar donde desaparece
para siempre la breve luz de tu ombligo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario