lunes, 1 de mayo de 2017

VICTOR HUGO GAJARDO OLIVARES/ UNIVERSO



Viajo por el equinoccio del sol

donde la luz recorre el eco del universo.

Busco la voz de la esperanza,

el llamado del viento

porque soy el alma del mañana.

La poca distancia que alcanzan los cantos azules del mar

se han ido.

Mientras acojo el silbido huérfano

que respira la bifurcada caricia del aguacero.

A veces si a veces bebo de los manantiales

aquella sabia divina que se diluye a cántaros

cayendo dos veces del confín de la eternidad.

Dos veces que el futuro se presenta con sus manos abiertas

para luego cantar la danza imperecedera del sentimiento.

Pero a pesar de todo

el cosmos del imperio se disipa por los espasmos

para volar entregando nuevos continentes

al planeta inquieto de agua.

La voluntad contraria

que navega por los infinitos del firmamento.

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