miércoles, 24 de junio de 2015

GUSTAVO ARIAS/ LA CATEDRAL DE CHILLAN


La catedral de Chillán se estremece
ante el ruego furibundo de los feligreses
que se golpean el pecho diariamente,
y se resquebraja penosamente
por los golpes que afuera se dan
y se dan los propios hermanos.
Yo no sé rezar, pero igual entro a las iglesias,
arrastrando todos mis pecados
y lo único que hago es observar esa cruz que me mira fijamente.

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