Quedò una gota de agua prendida en el alambre,
se columpiò dichosa, ebria de luz, de ensueño;
hacia ella convergian los vastos horizontes,
y en una de sus caras se reflejaba el cielo.
Quiso volar, ser dueña de todos los espacios,
vencer a las mareas, a los soles y al viento:
dejò el sostèn amable; no le nacieron alas
y se perdiò en el suelo.
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