martes, 2 de febrero de 2016

CONSTANZA CASTRO MOLINARE/ LA ÙLTIMA VERSIÒN DEL YO


Aquí, detrás de yo varias veces repetida
me hallo sentada en una posición incomoda
un pie atascado en el fango meloso del espíritu
y el otro se flecta calloso, se destraba, pero no puede huir solo.

En la hendidura de niebla, velado el perfil para los otros
que yo en esta pose no puedo mirar
llegan aquí imprudentes, sorbiendo sus nombres, hechos gas y sombras verdes.

Yo no entiendo que me busquen, no se gira mi cabeza, ya no puedo conversar
soy cien veces mas pesada que el trae una respuesta
y no cabe ni una afrenta que la mate el dialogar.

Soy sin tonos, amarilla, me pintaron de papel
la voz plana no responde mas que al limpio cascabel
y a los platos con agua que sorbo desde el suelo.

Si no grito a mi me cuidan (ya me han prohibido gritar)
vivo afuera, sobre el musgo, me adopto la gratitud junto a helechos y reptiles
Y no molesto, soy muy limpia
pero huelo a humedad y a colonias de insectos aplastados.

Se me ha formado sobre el lomo una caparazón de metal
que la lluvia ha vuelto negra y me ha hecho saber mal
Además me ha crecido bajo el techo un ladrillal minucioso
Me canse de explicarme como pasa
impávida preparo y guardo este sitio seco, vacío
para cuando el ocio que me duele sea pereza, y esta sola,
balanceandome absurda sobre mis piernas como ahora
pero con la cabeza chicharreando de preguntas
los ojos definitivamente viendo
y mi renuncia cediendo a lo que viene.

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