lunes, 11 de enero de 2016

MARCELO NICOLÀS CARRASCO/ ENCRUCIJADA


Estando en la encrucijada,
acercarse a la pared
es acercarse al puñal.
El arma intercambia los roles
con los del pálido sepulcro
que coagula nuestra huida.
Cada puñal nos coarta
el derecho a letanías,
porque son inútiles,
porque no salvan a nadie,
porque las paredes no tienen oídos.


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