martes, 31 de marzo de 2015

MAURICIO CHADE/NOCHE




Conmigo, escucharás el susurro opaco de los trazos de pintura descarnada
los personajes sin forma que se desdibujan el día declinando,
llegó mi hora
Abriré los cerrojos intangibles para ti.
I.
La palabra perdida, adyacente y unida pétrea a los musgos
que bañan los requeríos insanos desprendidos y mutilados
uno a uno mis segundos, mis horas
y el infinito verso es desflorado por el caminante de cuevas abisales
No saben la verdad,
no deben saberla me aseguré con manos maniáticas y compulsivas
guardar el secreto de los pactos nocturnos
Cuantas veces miraste a la luna,
cuantos sabios contemplé desmoronarse ante mí
Sí, estas luces adquieren al recitar el epitafio las vestiduras intangibles de la noche
con sus sombras de éxtasis y fetiche -qué dejas escapar-
cuando los despliegues de tu armonía destemplados son desterrados
por existir mi presencia
Purgo de ti la moralidad humana inocua
Liberto tus huesos que reposan renovándose de Dios al cerrar los ojos,
aguas grises y tornasoles de los limbos
Soy el cáliz y la vida.

II.
Observo tus delgados planos
y cartas metafísicas sonrientes son quemadas en una hoguera
el hierro caliente, qué se hunde en la carne incestuosa de las fisionomías que desconozco –tan inmaduras- en tus rincones que arden por oleadas de gasolina
El espanto me hace desmayar, y ya no sé.
Lo que escribo solo la voz de Diamanda Galas sube y baja por mis sinapsis neuronales
y las piernas insensibles desprendidas de toda agilidad,
corren por bosques bosques, vos que desembocas en la plata de los ríos lunares
y los tangos medios muertos sofocados en tabacos y sonidos de vitrola intestada
El sabor de la benzodiazepina –ya cuantas tomé- Demasiadas, demasiado pocas.
Para ti, Las noches.
Ojalá brillaran como los cielos del Perú con sus paredes ancestrales,
el lenguaje del sabio asciende conmigo en mis venas de liturgia
Siento los florales dibujos de Nazca en mi boca los saboreo contigo,
nox y nyx.

III.
Saboreo el cuero de los tacones por el metro y al aroma convaleciente,
que me deja imposible compulsivo,
asqueroso como el travesti apoyado en el escalón apolillado
y atravesado por cruces ignotas carótida rota –ataque al miocardio- de tus críticas
que saben al licor dulce de la misa donde celebré mi comunión con Dios,
qué ya olvidé y no recuerdo,
como las meretriz que cubre la noche con su sonido lejano,
reemplazado por el bronco rugido ahogado como un puñetazo directo en el rostro,
se muere y no te sorprendes,
a lo que la muerte implora ya no puedes dormir;
ya no abriste las puertas ahí tu voz, es translúcida
y se convierte en la de un perro en los agónicos gritos de un can atropellado.
Impune, pena y presidio, de que me sirven ustedes ya no sé canté a Themis
y ahora defeco su lápida desconocida Amarrada a un riel de ferrocarril
y hundido en el mar.
Ahí puedes encontrar mi tumba,
con la voz de los sin voz en el acallado susurro de la historia,
que te clama y te reclama sin apellido y sin registro,
pero eres la voz del mártir haciendo ecos en el presente repulsivo;
moviendo piezas pensantes
Llamando a la revolución de nuevo.

IV.
Ahí aparece de nuevo la noche,
violada por el perro de la estrofa anterior
acallada por la penetración de los símbolos y la conciencia desgarrada
Un puñal clavado en los tejidos de los pulmones,
¡Detente! con la venda sexy cubriendo el rostro aciago, transpirado y pálido
Hematomas de grisáceos límites terrestres, exiliado pensamiento
El poema también se hunde, como las locomotoras enterradas en la pampa de este país, que ya soy apátrida, insurrecto y ese sol,
Yo no amo ver tus muslos calientes al sol, tostados y mediterráneos
Pacté con las noches y con el demonio retratados en el caliche de notre dame
en sus catacumbas que dirigen a Agartha, a las flores de Nepal
Mi pensamiento es el del cátaro ardiendo en las hogueras sacramentales Impía alma,
no me salves, no me salves, eres la saliva que chilla en los escrotos reventados
y en el excremento, que salpica el ano de la mujer Maldita perra,
cambiaré mi visión pura y no sacrílega de mi mente, para seguir con este poema Fausto; Quiero ser la plaga que cubre tu piel.
el cáncer que irradia tus carnes humanamente despreciables.

V.

Soy el éxtasis,
el fetiche que dejas escapar como animales recién liberados con ojos profundos, infinitamente –tristes- tanto que han abusado de la tristeza,
Han abusado de mí tantas veces buscando palabras perdidas y lenguajes intangibles
la figura de su no amada,
corriendo de un lugar a otro en un trance con los juegos de matices
Son mis presas y los he adherido a mis vestiduras qué son victorianas o romanas
según los estados del caminante de psique;
no saben la verdad que adquiere recitar el verso
Ya es de noche.







1 comentario:

  1. ¿Sería posible una pequeña biografía de un par de líneas, para saber y conocer de qué punto de nuestra geografía es aquel/aquella que eliges para ser editada/editado?.
    Abrazos.

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