miércoles, 8 de octubre de 2014

RICARDO LOEBELL/ ATERRA


( a  Humberto Diaz-Casanueva)

Las palabras anteriores ya no estàn
algo te conmueve a sonreir
las monedas caen del bolsillo
ruedan y ruedan por el suelo.

Se tendiò sobre la tiera bocaabajo
en las manos crispadas habia pasto
llamando hacia el fondo
con los dientes apretados
conteniendo el clamor
se estremeciò la muralla.

Su abrigo, se queda adherido a las piedras
y las miradas de la gente se congelan al pasar
Al andar, del dorso de la mano no cae sangre.

Una ventana herida, fiel a los goznes
lo deja pasar, lo moja con barro
y la madera florecida por el fuego de
la noche anterior, le muestra las estampas,
los daguerrotipos sobre el oscuro barniz.

Se sacò los zapatos al entrar
y los vio perderse en la penumbra.
Con la ceniza blanca hizo luz
y se sentò al borde de su interior
esperando que vinieran
a buscar los escombros.

No importa lo que digan,
no soy dueño de estos tiempos.
Y si me llevan, aceptarè que carguen los huesos,
para que desde allà pueda sentir todo lo deshecho
en el enjambre. 

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