miércoles, 30 de octubre de 2013

YASMIN FAUAZ NUÑEZ/ -ACOSTUMBRO A HABLAR-


Acostumbro a hablar en humano,
género ambiguo/HermAfrodita/
nexo con la piedra, nexo con la estrella,
no hay más etiquetas, aunque ud. no me entienda.


Hablo en yos, en ese nosotros perpetuo-anacronismo,
donde nada cambia realmente:
seguimos siendo alimento de codicias.


La divinidad nos ignora, permite sempiternas las cadenas.
La divinidad indiferente y perdida,
perdida en su propia inmensidad.
¿Qué mundos le ocupan la conciencia?
¿Qué distancia o protocolos nos separan?


¿Acaso no husmea nuestras obras?
¿Acaso no siente cómo le nacemos?
¿Todo aquello que creamos?
¿Acaso nos espera?
Silencio.
Hasta ahora no hay respuesta.
Y este silencio enloquece nuestros miedos por las noches.
Crispa nervios colmados por la duda.
¿Qué hacer con la impotencia?


Esta tierra la gobierna una vieja espectra
y sus lacayos ciegos que le creen.


Torpes traidores de la vida,
rellenan con pólvora las balas dedicadas a los todos,
las bombas dedicadas a los nadie,
por un puñado de quimeras.


No hay nada que los llene.
Caemos entonces Magdalenas y Sofías,
Esperanzas, Soledades,
como peonas en efecto dominó,


caemos como naipes.

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