La medida de la fe
es ese pez de oro
escurriéndose de las manos.
Pero el oro precisa coraje
para recoger la antorcha
y seguir el camino.
Puesto que son débiles instantes
los que dura la claridad
y la claridad sólo se destina para aquellos
que han atravesado los bosques
escuchando los tambores de las almas muertas
y perdonadas en todas las lunas
cuando la luna era el sendero único.
Las palabras, historia.
Y el silencio, piedad.
es ese pez de oro
escurriéndose de las manos.
Pero el oro precisa coraje
para recoger la antorcha
y seguir el camino.
Puesto que son débiles instantes
los que dura la claridad
y la claridad sólo se destina para aquellos
que han atravesado los bosques
escuchando los tambores de las almas muertas
y perdonadas en todas las lunas
cuando la luna era el sendero único.
Las palabras, historia.
Y el silencio, piedad.
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