lunes, 21 de agosto de 2023

JORGE CALVO/ SANTIAGO 1974

I

A esta ciudad
Se la puede confundir con una ameba
extraviada en los pantanos.
Le pusieron un reloj en las entrañas.
Su mirada nocturna
desde el útero
derrama
una efímera luz de farolas
alumbrando charcos sin vida
a la orilla de las cunetas.

(Y todavía haremos el amor).

Final de fiesta trajo el viento
y velocípedos blindados guiados por marionetas.
en callejuelas desiertas
blancas sábanas de la aurora
alguien me tiende una copa
con sabor a repliegue.
Bajo el aguacero
descifro huellas apócrifas.
En el callejón suenan las voces
de amigos muertos.

Desde cierta ventana
me observa aquel que una vez fui.
Desciendo las gradas de cenizas
La bruma cubre las techumbres
puedo oír pasos que me siguen

(en la oscuridad tu mano
mi boca fundida a tu boca).

ráfagas distantes, estampidos
fusilan al voleo
me desplazo de una axila a otra
callejuelas de pronto ajenas.
Tu conciencia es una campana

De pronto asoma el cerro Santa Lucía
oscuro pezón sobre el asfalto.
Empuño la mano y me interno en otro tiempo

(tú y yo; temblando).

Los visillos de la tarde
muy sentada en el sofá de tu abuela
tejiendo -como en un sueño-
hurgas en el periódico
necesitamos un departamento
un lecho y pieles y sudor
yo riego, tú te quejas
Las arañas urden su tela
en los laberintos del invierno
la casa se estremece.

Susurras a mi oído palabras de silabario
olorosas a canicas de cristal a dedos de infancia
en tanto ruedan las orugas metálicas
gira la cuchara en el café
órdenes inesperadas, cigarrillos humeantes,
fusiles y piernas enguantadas.
se confunde el olvido en los senderos…

La bilis brota de uniformes incoloros–
asoman siluetas contra el horizonte
bajo los faroles de la vieja ciudad.
te encontrarán flotando en el río
entre aguas achocolatadas
completa y perpetua
serás la sombra de un astro.

Del otro lado de los postigos
el vuelo rasante de los cuervos
acribillando sueños
dos caballos en la noche.
Ja caligrafía pareja de un niño
sobre un espejo de agua
ahogado en la memoria.
las muertes las vidas
comparten un respiradero común
en las cloacas de la clandestinidad.
Nos amamos sobre tumbas
de cara a un nicho vacío
sin oír el latido de la ciudad ajena
acariciándonos los despojos
de lo que pudo ser
Nos miramos y postergamos lo que viene.
Golpean a la puerta

No salgan, no hay nadie, no somos
apenas el murmullo de las acequias
Te arrancarán las ideas, las uñas, el futuro
Vagabundeando iremos
en procura de árboles y de agua
renaceremos a contemplar el neón
los aullidos del espejismo.
El bosque fue tragado
desapareció en un saco sin fondo

(Aún no hacemos el amor dices
y me descubres tu boca).

alacranes y arquitectos
juegan a las cartas en un sótano de hospital
en tu ser busco el origen,
desciendo a la eternidad
tu pupila en llamas
tu boca, tu mano escarbando las sombras

(haremos el amor, aunque sea prohibido…)

Los aviones aguardan en sus cajas de fósforos
me tiendes los brazos y te veo
con el lodo a las rodillas
una vela en cada mano
tu ciudad aquella de micros amarillas
y buquecitos maniceros
se vuelve humo
en esta postal congelada del desfile de muerte
el mismo humo que fundaron los españoles
en la osamenta del indio
y el mismo cerro de costado
Con su germen de basurales y gatillos
Tenemos un nuevo artefacto
la derrota de lo que pudo ser
Ni la verdad ni la razón reflejan nuestra identidad
sin duda las armas
como hojas secas
un viento escatológico
nos arrastra desnudos sobre el pavimento
Acaso importa

(tendríamos que hacer el amor…)

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