Ya todo tu eres delirio, en las calles todos tienen tu rostro, pero ninguno eres tú.
Te hablo al oido un oido lejano como miles de palomas mensajeras posadas sobre tu cabeza sin rumbo.
Me desdoblo entre tantas para alcanzarte, y me doblego
al destino ciego de no saberte, y asi me abandono, de gritos enmudecidos.
El cielo me ofrenda su condena, el infierno me redime, mientras tu en mi siempre serás feroz permanencia.
Genial amiga, un abrazo poetico.
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