lunes, 13 de agosto de 2018

PEDRO VICUÑA/CASANDRA


Atenta el cielo una conjura
la sombra aleve aleteando su macula disipa
el sulfuro de su abrazo y de la nada se escurre una melancolía

Hasta el soplo primero del deseo regresa el viento del inicio
todo derramando un nuevo tiento la saliva toda de tu aliento
el aroma de tu vientre en el sueño desboca pàjaros de niebla
la sangre combando hasta tu centro
toda la luz debo decir iniciando un día que no cesa llamarada en el ojo del auriga.

Como habitando tu volumen la dura ensoñación del mar, el desmenuzado tiempo
de una derrota inmensurable la lucha con el otro ángel que cae y se empecina.

Y entre tanta mordedura el hueso quebrantas del silencio en que me agoto.
Vaticina tu piel otra geografía tu mirar desde las sombras que desentraña el cielo
tu palabra que aquieta la congoja el agua toda que te habita
en el bauprés de mis desvelos  mece la garua de mis días hacia adentro.

Sueña la tarde un palpito de cielo.

A tientas la arboladura deletreo de tu tacto. 

 



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