Desgarrado el vientre,
Miles de agujas explorándose,
Ahondando en mi profundidad,
Hasta rebosar la sal amarga.
El reloj marcó el tiempo,
La hora advertía.
Y yo queriendo arrancar sus manecillas,
Y hacerlas perennes.
Ojos afiebrados,
Sangre febril por mis venas.
Lánguida,
Y las paredes del cenobio,
Fisura de mis lamentos.
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