miércoles, 1 de febrero de 2017

GABRIEL ALCARRAZ OSSANDÓN/ ESPERANZA


Mis ojos podrán ser dos planetas en llamas,
mis oídos manantiales secos y sangrantes,
mis manos podrán ser arrancadas,
pero la base de la vida y sentimiento quedará palpitante.

Mi voz podrá marchitarse y que sólo la escuche Dios,
la esperanza, sólo el alimento eterno de un viejo marino.
Las flores de mi vida arder en llamas de pena,
pero nada podrá sofocar por ti mi cariño.

Mis dedos secos y mis ojos tachados,
mi cuerpo abrumado y mi vida cortada,
pero tus retratos en mi fe nunca serán manchados.

Los trenes podrán inundarse en miel infinita,
de desesperanza y cansancio, en esta estación,
pero nunca me rendiré ante esta tristeza maldita.



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