viernes, 11 de enero de 2013

OTTO CID/ LA MOSCA MALDITA

Oh, alada excrecencia, demoniàca,
suspiro de las miasmas y del tedio!

Oh, buitre ecumènico de la carroña
y de las mermeladas.

Tù tocas solicita el labio señoril
y la esquisita torta de los recièn casados.

Tù paseas los dos mil ojos de tus ojos
por las latitudes màs exòticas
y te arrastras como los gusanos
o te elevas como el aire caliente.

Oh, hiena de mataderos y muladares!...,
espantajo sonriente y màlefico,
vector infame de infames protozoos
que adormecen los niños negros
en el Africa tòrrida
y los sumergen en la nada.

Eres evidencia de que la vida es compleja
y es simple y es aroma y es asco.

Eres instrumento y prueba
de las grandes venganzas
que hacen del hombre un esclavo de los elementos
y lo attan de raiz a raiz de la Naturaleza.
Pero asi y todo, eres admirable,
porque tu aleteo es fuente de mùsica,
porque tu presencia trae consuelo
al corazòn de los superticiosos
y puede constreñir el ademàn de los soberbios;
porque llevas vida alli donde la vida huye:
eres el puente alado que, al completar un viaje,
puede unir un cadàver-vestigio de la muerte-
con el labio fragante de una niña enamrada-
capullo de la vida.

No te estimo, mosca aborrecida,
repulsiva y maldita,
pero te respeto porque estàs en la vida
y porque tal vez Cristo no te alejò de sus despojos
en la hora postrera del calvario.

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