lunes, 7 de enero de 2013

MARIA LUISA ESPEJO/ HERIDA BENDITA

Necesité una herida,
tú me la diste, Vida,
y así pude lograr, sufriendo tanto,
que brotara la fuente de mi canto.

Corría por el fondo
en un curso muy hondo
y a veces a mis ojos se asomaba
y en mitad de mi risa sollozaba.

Yo sentía el latido
de su cauce escondido,
la presión de su fuerza contenida
cavándome en el pecho una salida.

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