Y estoy aquí perfectamente inmóvil.
Subo por una escala que desciende
sin barandas ni peldaños.
La tarde llega a sus últimas consecuencias.
Hay sombras.
Nadie dijo que la galaxia giraba inmóvil
sobre un lecho de espumas rojas.
Nadie dijo nada.
De la tarde se descuelgan los perros
y cuelgan callejones azules de mis oídos.
Y mis ojos estallan a la distancia como un sueño
que cae lentamente apenas.
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