Al atardecer vienen
las nubes a la altura
de los àrboles.
Nubes de esparcida luna,
alba, luminosa polvadera.
El viento es el pastor que las guìa
a flor de suelo.
Alzo los brazos:
huyen, huyen!
Cambian de rumbo
en mis manos!
Nada retengo
de sus hùmedas alas!
La tierra se desmantela!
Se van alejando
por los campos infinitos
de la noche
y a mis ojos sòlo quedan
las estrellas.
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