Hoy, que mi juventud me desampara
siento desvanecerse la quimera
de los veinte años que mi amor sobara.
¡Yo solo por amar no envejeciera!
Aunque fuera cien años que llorara
y el corazón aún muerto más muriera,
fuera felicidad la que gozara
si el tiempo bello que se fue volviera.
Es triste envejecer, pero es más triste
cuando en la sed de la ilusión que muere
ningún recuerdo del pasado existe:
por eso que en el tiempo que vivido,
más que el sepulcro abierto que me espera,
tengo un temor terrible del olvido.
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