domingo, 6 de enero de 2013

HORACIO GARCIA/ HEMBRA


Opulenta curva de tus pechos hechos
para volar entre las manos.
Firme textura de tus nalgas adecuadas
al hueco de otro vientre y
al asedio de las palmas.
Tus caderas, atrevidos montes,
soporte esplèndido para el empuje
del macho embriagado.
Y tus piernas destinadas al caliente nudo.
Fiera naturaleza de tu cuerpo,
pozo sin fondo de la esperanza.

Y esa rosa eterna, comienzo
de la desventura.
Cuando sus rojos pètalos
èl o yo u otro abra,
el cielo se desplomarà sobre la cabeza desdichada.

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