lunes, 7 de enero de 2013

ENRIQUE DEL SOLAR/ ORACIÒN

La flor nace en la mañana,
pero en la tarde fenece;
así, ¡oh Dios!, e desvanece
en el pesar mi ilusión.
Me abrasa de fiebre insana
el frenético delirio,
y horas de lento martirio
las de mi existencia son.

¡Feliz el que en tus altares
a colocar se apresura
la ofrenda de un alma pura
que el mundo no marchitó;
y el llanto que en los pesares
de la amarga vida vierte
confiado puede ofrecerte
como holocausto de amor!

Ya que perdí la hermosura
de la amorosa inocencia
y el valle de la existencia
seco arenal se tornó,
deja que en honda tristura
llore mi loco desvío
¡y grato acepta, Dios mío,
la ofrenda de mi dolor!























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