viernes, 11 de enero de 2013

DOMINGO CONTRERAS GOMEZ/ LAVANDERA

Junto al arroyo claro, la rústica lavaba
y la pieza de ropa que su mano batía,
con cada nuevo golpe que la moza le daba
sobre la tosca piedra, más blanca se ponía.


Los golpes de la pala la moza acompañaba
con una canción triste como una letanía
y, pensando en el hombre que a diario la zurraba,
junto al arroyo claro, de amor languidecía.


La pasión que sentía la ruda lavandera
por el fuerte muchacho que la zurraba, era
lo mismo que la ropa que su mano batía.


Hembra humilde, admiraba la fiereza del macho
y, de cada paliza que le daba el muchacho,
más albo que la ropa, su cariño salía!...

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