Porque tu corazón ya tiene un nombre
es que me encuentro enferma todavía.
Me hiere tu recuerdo como daga encendida
y sostengo el silencio que me vendió a tu sombra.
Y tú vas por la vida, ajeno a mi sollozo;
sin saber que mi voz va abrazando tu paso,
que todos los caminos empiezan en tus ojos,
que me muero rondando tu lámpara encendida.
Se que para tus manos estoy hecha de olvido,
que a tu raíz no llega el contacto de mi agua,
como un pájaro herido voy muriendo en tu orilla,
tu otoño me sepulta de ausencia y lejanía.
No sé porque lo digo, ahora que ya es tarde,
más tarde que la piedra y que nosotros mismos,
cuando tengo los ojos hundidos en el polvo
y mi ser es fantasma atravesando el tiempo.
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