jueves, 10 de enero de 2013

CRISTIAN VILA/ CANTO II

A Jaime Quezada

Alli veo el ojo del mar como el de los dioses antiguos
la ofrenda de la danza que muestran las muchachas desnudas
siento su mano sobre mì y tiemblo como el reflejo del sol sobre las olas
gigantes:
centauro sin cabeza
cabeza sin centauro
pez

y vuelvo a abrir desmesuradamente las aletas de la nariz
y vuelvo a despertar entre tambores secretos
y cerca de mì vuelven los cantos de la fertilidad
y vuelvo a ser devorado por el mar cuando el misterio de todo
o de nada lucha por permanecer oculto
y el mar es el templo y es el mar su propio oficiante:
el sacrificio es siempre uno de nosotros que vuelve a nacer o a morir
alli diviso la sombra de un destino comùn
a la velocidad de los amantes jovenes: ràpida o lentamente
siento sobre mi la impudicia de un cuerpo que es mi cuerpo y todos
los cuerpos
como prometeo robando el fuego de unos dioses demasiado ocupados
por si mismos
y de pronto todo se transforma en la lenta danza de una historia que
no fue secreta
y esa historia es el mar y es el mar el cuerpo que me roba prometeo
o yo mismo
y escucho su secreto y las palabras de su rito en el que todo rostro se
llena de màscaras
y soy el beso salado de las màscaras al entrar en el templo

todo a la vez:
rito y equivoco
mito y ofrenda.

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