La ciudad de los huertos y jardines,
De los castos amores
Medio envuelta en su velo de vapores
Qué triste y sola está.
Y cuan mudada
De lo que ayer se viera
Cuando halagaba sus oídos tanto,
De los hijos del norte el son de guerra
Sobre su frente mustia, solitaria
Tendió sus alas negras.
La noche funeraria,
Y todo es luto, sombras y quebrantos.
Y donde ayer se oyera
El eco de los libres poderosos
Ahora sólo impera
Del agorero búho el son medroso.
Sus buenos hijos, ese pueblo inmenso
Que sus plazas cubrió himno cantando
No la acompañan ya…...Bravos lidiando
Al pie de su estandarte sucumbieron.
Y a los que de esa suerte
En la gloriosa lid no hallaron muerte
La saña de verdugos inhumanos
Con hierro vil ató sus nobles manos.
Hija del mar, tristísima velando
En tu collado ameno,
Ahora exhalas de tu seno
El plañidero acento de una esposa,
De una madre infeliz, de una hija amante
Que lloran por la patria desgraciada.
Y en el campo homicida
Tanta sangre de mártir derramada,
Tanta esperanza al fin desvanecida.
No muy lejos, al lado del oriente,
Teatro de tanta hazaña,
Entre las muchas sombras se alumbra
La negruzca montaña
A cuyo ondeado pie yacen sin vida
Tantos valientes
De la legión guerrera:
Ramos y Parker, Claros y Aldunate,
Arancibia, después Armas, Herrera,
Y mil otros que allí yacen exánimes
Por recobrar la libertad perdida.
Lucida juventud que osó atrevida
La Patria levantar tiranizada
Y apartar para siempre de su suelo
Esa Hidra feroz, entronizada
Que pretende con garras fratricida,
Sobre un trono de cráneos cimentado
Dominar sobre raza envilecida
Arrancar de la Patria las entrañas
E incendiaria y cobarde
Arrogante, enseguida hacer alarde
De ese triunfo infernal de sus hazañas.
Ave del mar en su marina roca,
Bellísima Serena
De tu vega fecunda el sauce hermoso
Con tus dulces conciertos no resuena
Tus cantos populares
Tan gratos al oído.
En vano busco en el florido suelo
Tan sólo el mar en la vecina playa
Atruena bronco en tumbo repetido,
Como en señal de duelo.
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